El Exilio


A continuación, tenemos la partida de Pablo López que ha jugado a El Exilio, un juego de Carlos Gurpegui.

Podéis seguir sus creaciones en X, Bluesky e Itch.io.

Por último, recordamos que las bases la podéis encontrar aquí.


Información inicial

Esta es la primera vez que juego a El Exilio. Me ha gustado mucho la experiencia, pero quiero puntualizar algunas cosas.

Primero: tras terminar la partida decidí volver a leer el manual. Descubrí que en mi partida, la interpretación de Suerte y Destino habían sido intercambiadas respecto a lo que sugiere el manual. En Suerte, interpreté que el protagonista salía hacia adelante por un golpe de suerte sin perder nada, y en Destino el jugador debía avanzar hacia el exilio en contra de sus deseos. 

Segundo: tengo que admitir que la partida ha resultado estar demasiado influenciada por la desbandá de Málaga, en parte porque tengo un juego ambientado en ella y traté de usar un contexto familiar para facilitar la partida (https://yopablo.itch.io/la-desbanda).

Es por todo esto, que tengo muchas ganas de volver a jugar otra partida pero esta vez:

  • Interpretaré Suerte y Destino de una manera más fiel al manual.
  • Intentaré que la historia sea menos trágica tratando además de añadir más fantasía.
  • Buscaré una localización desconocida para mí de manera que intentaré ir investigando a cada paso para tener más contexto en la partida.

El diario

Entrada #0

Mi nombre es Manuel Moreno y tengo 37 años. Estoy pensando en abandonar Málaga, la ciudad que me ha dado cobijo y comida durante tantos años. Y es que, aunque nací en Caleta de Vélez, pronto tuve que irme a la capital a ganarme la vida (si es que a eso se le puede llamar vida) cargando y descargando barcos todas las mañanas.

Durante la guerra, no me quedó más remedio que buscar otra ocupación, así que decidí ayudar con lo que pude a la causa: unas veces transportaba voluntariamente mercancías al frente, otras ayudaba en los hospitales de la ciudad, lo que pudiese hacer.

Nunca he militado en ningún partido ni sindicato, pero sé que el haber estado siempre ayudando a la república durante esos meses es como una sentencia de muerte para mí. Aun así, nunca he tenido que combatir. Detesto la violencia y mis habilidades me han permitido ser útil en el frente de otras maneras menos violentas.

Abandono Málaga ante la inminente caída de la ciudad en manos franquistas, al igual que el resto de la población. Todo el mundo sabe que cuando el enemigo entre en la ciudad, se teñirá de rojo.

Conmigo viaja mi sobrino de 10 años. Es todo lo que me queda de familia y yo soy todo lo que le queda a él. Me hubiese gustado que me hubiera acompañado mi compañero de trabajo y mi mejor amigo, Antonio, pero no estaba dispuesto a dejar a su enferma madre sola en la ciudad.

Mi mayor anhelo es que la guerra termine pronto y poder volver a mi casa de Málaga a cuidar de mi sobrino y encontrar una vida incluso mejor que la que tenía antes de la guerra.

Distancia escogida: Media (6)

  • Distancia: 0
  • Suerte: 6

Significado de la moneda:

  • Cara: Suerte
  • Cruz: Distancia

Entrada #1

  • Cara (Suerte)
  • Rey de bastos

Gano 1 punto de suerte:

  • Distancia: 0
  • Suerte: 7


La gente abandona la ciudad con prisa y sin reflexión, cegados por el miedo. Yo no digo que no esté igual de asustado, pero si no nos paramos a escuchar las palabras de nuestra tierra, nos perderemos en el laberinto del caos. Esta mañana mismo, caí al suelo empujado por el tumulto de gente que salía por la carretera. Cuando alcé la cabeza para levantarme, me pareció ver un reflejo en una rama de un árbol a la orilla de la carretera. Cuando todo se calmó, mandé a mi sobrino a mirar. Volvió con una sonrisa en la cara y un pequeño colgante dorado en la mano. Quizás sea una señal. Quizás las cosas estén a punto de cambiar. Me lo colgué oculto en la ropa y seguí con el camino.

Entrada #2

  • Cruz (Distancia)
  • 6 de bastos

Gano 1 punto de distancia:

  • Distancia: 1
  • Suerte: 7

Mientras avanzo por la carretera, pensando en que quizás la huida y el miedo haya sido demasiado precipitado, con la esperanza de volver en pocos días, me encuentro a una persona sentada, llena de suciedad y con la ropa rota. Intento acercarme para ver si necesita ayuda. Me cuenta que viene de un pueblo de Cádiz, tomado por las tropas enemigas, del que ya no queda nada. Viajó a Málaga para refugiarse y ahora se vuelve a ver forzado a huir. Solloza que ya no tiene nada, ni casa, ni vida a la que volver. Y en ese momento, como un jarro de agua fría, entiendo que ese será también mi destino. Me desplomo junto a él y comienzo a llorar.

Entrada #3

  • Cara (Suerte)
  • 3 de oros

Pierdo un punto de suerte:

  • Distancia: 1
  • Suerte: 6

El hambre acecha. Hago una pausa junto a una finca donde la gente revolotea buscando algo que llevarse a la boca. Está todo ya recogido, solo unas pocas matas muertas plantadas en la tierra. Miro hacia atrás a mi sobrino y la pena me encoge el corazón. Vuelvo a buscar y veo un hombre que ha encontrado unas cuantas matas en condiciones y las está arrancando. Le propongo compartirlas pero se niega. Le señalo a mi sobrino, y de pronto su cara cambia de gesto y acepta darme la mitad… pero a cambio del colgante que acaba de asomar por mi cuello, el que encontré en la carretera. A regañadientes acepto.

Sentado en una curva junto a mi sobrino roemos el botín mientras rezo porque mi suerte no se haya esfumado con ese colgante.

Entrada #4

  • Cruz (Destino)
  • 4 de espadas

Gano un punto de distancia:

  • Distancia: 2
  • Suerte: 6

Ayer encontramos un pueblo donde parecía que estábamos a salvo. Sin embargo, a media noche, la gente comenzó a chillar y a gritar. Todos nos levantamos aturdidos en mitad de la noche. Y ahí los vimos: la benemérita a caballo intentaba atrapar a los que estábamos allí y romper nuestras improvisadas viviendas. Por suerte, en mitad de la oscuridad y el caos, agarré a mi sobrino y las pocas cosas que pude y salimos de nuevo a la carretera. Esa noche, no solo perdimos un refugio, sino que algunas fotos de recuerdo de mi familia se quedaron allí con la prisa.

Entrada #5

  • Cruz (Destino)
  • Caballo de espadas

Gano un punto de distancia y pierdo un punto de suerte extra:

  • Distancia: 3
  • Suerte: 5

Los soldados nos están masacrando. Mi sobrino yace herido en mitad de la plaza de un pueblo que apenas conozco. No se que hacer. Ir a por él o huir antes de que me alcancen. Me doy la vuelta, desorientado, y justo frente a mí, a un palmo de mi cara, mi mejor amigo, Antonio, vestido de uniforme fascista me apunta con una pistola y sonríe maliciosamente. No lo entiendo. ¿Por qué él? ¿Por qué a mí? ¿Por qué ahora? Me abalanzo sobre su cuello cuando escucho el sonido de …

Me despierto de inmediato y veo que del sobresalto he empujado una alforja donde teníamos algo de agua. No vuelvo a dormir en toda la noche.

Entrada #6

  • Cara (Suerte)
  • Caballo de oros

Pierdo un punto de suerte y gano un punto extra de distancia:

  • Distancia: 4
  • Suerte: 4

Las noches son la peor parte del día. A veces, para evitar los bombardeos tratamos de seguir andando en la negrura de la noche hasta que nos quedamos sin fuerzas y caemos subitamente dormidos. Pero anoche fue diferente, en mitad de la espesura de oscuridad, unas luces danzantes rasgaban el velo de la negrura. Si hubiese estado solo, quizás me hubiese acercado haciendo caso a su llamada, pero por miedo a separarme de mi sobrino decidí cogerlo en brazos y alejarme de las luces.

No se si fue el miedo o la estupidez, pero estuve andando durante tanto tiempo en mitad de la oscuridad que perdí la noción del tiempo y caí agotado prácticamente cuando la claridad del día se dejaba atisbar. Miré a mis pies, y estaban totalmente ensangrentados. No se en qué demonios estaba pensando. ¿Tanta prisa tengo por huir de mi tierra?

Entrada #7

  • Cara (Suerte)
  • 7 de oros

Pierdo un punto de suerte:

  • Distancia: 4
  • Suerte: 3

Pasan los días en nuestro nuevo refugio. Unas cuevas al borde de la montaña parecen un buen hogar, al menos por ahora. Pero cada vez llegan más personas y, sobre todo, más niños. Esta mañana la suerte llamó a nuestra puerta. En lo alto de las cuevas, una cabra malherida deambulaba entre los árboles. Mi sobrino dio la voz de alarma. Entre todos, comenzamos una improvisada cacería intentando apedrearla. A nadie parecía importarle que pudiésemos herirnos los unos a los otros, o los gritos de dolor del animal. Al final, tras varias carreras y unas cuantas risotadas por parte de los niños, el animal cedió su vida a cambio de las nuestras. Al menos, tendremos una preocupación menos durante unos días.

Entrada #8

  • Cara (Suerte)
  • 5 de copas.

Pierdo un punto de suerte:

  • Distancia: 4
  • Suerte: 2

Hemos llegado a un pueblecito muy acogedor. Tras unos días huyendo de los enemigos, parece que hemos encontrado un sitio donde poder descansar tranquilamente hasta que todo pase. Lo mejor de todo es la sensación de normalidad que se respira aquí. En la fábrica del pueblo me encontré con un viejo conocido de mi pueblo natal. Aun recuerdo cuando luchábamos por que los pescadores tuvieran un jornal justo… aunque de poco sirvió. Ahora se encarga de organizar a los pescadores de la zona para que no falte comida. Sabiendo que vengo de pescadores, me ha dado un buen puesto entre ellos y el día pasa tranquilo y sin preocupaciones. Al menos parece que hay pedazos de nuestra tierra que aún son agradables.

Entrada #9

  • Cruz (Distancia)
  • Sota de espadas.

Gano un punto de distancia pero pierdo un punto de suerte:

  • Distancia: 5
  • Suerte: 1

Esta mañana salí a buscar algo de madera para calentarnos durante la noche. Llegué a una zona que no había visto hasta el momento y me pareció ver a un par de “figuras”, vestidas de milicianos. No sabría decir qué aspecto tenían ni qué me transmitían, pero cuando pasé a su lado y les saludé me advirtieron con un tono irreconocible que no continuase en esa dirección. Les hablé de la necesidad y cuando vi que me ignoraban por completo, decidí seguir con mi camino.

No sé realmente qué es lo qué pasó allí y lo que me pasó a mi, solo sé que cuando volví con la madera, la gente del pueblo me miraba de una forma extraña. Esa fue la última vez que el fuego de aquellas hogueras me mantuvo caliente. A la mañana siguiente, abandonamos el refugio para continuar con nuestro camino.

Entrada #10

  • Cara (Suerte)
  • 4 de copas.

Pierdo un punto de suerte:

  • Distancia: 5
  • Suerte: 0

Anoche, al borde del mar, nos juntamos unos cuantos para despedirnos de las personas que habíamos perdido en el bombardeo de la mañana. Por suerte, yo no tenía a nadie a quien enterrar en la arena. Aun así, decidí ayudar a mis compañeros. Un joven sacerdote vino con nosotros para oficiar una suerte de funeral para que el señor acogiese el alma de los que eran creyentes. La verdad, es que nunca había visto a la gente tan reconfortada como ante su presencia. Incluso yo, que soy ateo, sentí cierta paz al ver los rostros de los que allí estábamos.

Sin embargo, la paz duró poco. El sacerdote reconoció las caras de algunos allí presentes y comenzó una discusión sobre quién sí y quién no debía ser enterrado en su presencia. Poco a poco la discusión fue elevando el tono hasta que la mayoría expulsó de allí al joven sacerdote.

Tras el jaleo, la gente volvió a calmarse y la situación se convirtió en una especie de funeral medio ateo, medio religioso. Todo el mundo, ya más calmados, compartiendo las penas y el dolor mientras despedían a sus seres queridos.

Cuando habíamos terminado y nos disponíamos a salir de la orilla, vimos cómo el sacerdote volvía por el camino, esta vez acompañados por un grupo de falangistas, que pistola en mano, comenzó a disparar indiscriminadamente.

En ese momento solo podía pensar en proteger a mi sobrino, sobre el cual me puse, tan sólo para descubrir mis manos manchadas de sangre. Asustado me levanté para ver dónde lo habían herido. Fue entonces cuando vi que una bala había atravesado mi cuerpo y era yo el causante de la sangre.

Cayendo de rodillas, todo alrededor comenzó a oscurecerse mientras comenzaba a escuchar los llantos del niño. Con las últimas fuerzas que me quedaron, me acerqué a abrazarlo mientras caía en la cuenta de que tanto dolor no había servido para nada, que durante días de sufrimiento me había movido exclusivamente por el egoísmo de ponerme a salvo ignorando el de tanta gente a mi alrededor, y todo para terminar muerto en la orilla del mar. Todo ello, además, para saber que mi fatal destino no serviría ni siquiera para poner a salvo a mi sobrino. Lleno de desazón, le di un último abrazo, mientras deslizaba mi diario en el bolsillo de su abrigo, rezando porque mi historia no quedase en el olvido.


Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *