A continuación, tenemos la partida de Dácil Muñoz que ha jugado a Rituales, un juego de Raúl García Castro.
Podéis seguir sus creaciones en X y Bluesky.
Por último, recordamos que las bases la podéis encontrar aquí.
Partida
Culto primigenio
Elijo una de las comunidades que vienen en el manual para realizar mi ritual, la del culto primigenio, un culto que ansía controlar poderes primigenios gracias al debilitamiento de las barreras con otros planos.
Preludio
¿Quién eres?
Soy estudiante de conocimiento arcano en la Universidad de Miskatonic y el más joven de los adeptos al culto de la Sabiduría de las Estrellas.
¿Cómo conociste el culto?
A través de uno de mis profesores en la universidad, que vio mucho potencial en mí.
¿Qué pasó durante tu ingreso?
Destaqué mucho en el rito de ingreso a la hermandad. Por lo visto, de mí emana una extraña energía vital que impresionó a los hermanos superiores. Por eso, los nuevos acólitos, mis compañeros, no acaban de aceptarme. Eso es algo que me mortifica. Haría cualquier cosa para integrarme en su comunidad. Por eso no lo pensé mucho cuando me retaron a tocar el Trapezoedro Resplandeciente, la reliquia sagrada que preside nuestros rituales de invocación al Morador de las Tinieblas. Huelga decir que la cosa salió mal.
¿En qué se diferencian los otros miembros de ti?
Estoy metido en una comunidad en la que los altos cargos parecen saber lo que pensamos en cada momento y que actúan con una sincronía espeluznante.
Ritual de regreso
Necesidad: Mantener la cordura
Objetivo: Recuperarte de un episodio de locura
Participantes: Tú
Entorno: No sabes dónde estás
Foco: Tú
Nivel de dificultad: Difícil (D10)
Introducción
El orgullo y el ansia por ser aceptado por mis compañeros me han empujado a un acto de locura. No dudé en aceptar de inmediato cuando me retaron a tocar el Trapezoedro Resplandeciente, una gema de extraño brillo que sirve de llave para invocar a nuestro maestro divino. El Morador de las Tinieblas es el dios primigenio que conecta con nuestro supremo sacerdote y los sectarios de más alto nivel. El resto de los acólitos nos limitamos a prestar nuestra energía para asegurar el éxito de la conexión y a proveer de sacrificios apropiados como moneda de cambio a sus revelaciones. Para nosotros no cambia nada durante los ritos, pero nuestros dirigentes vuelven del trance diferentes. Aunque no sabría concretar en qué consisten esos cambios.
Normalmente, la reliquia se guarda en una caja en la habitación privada del sumo sacerdote. No fue difícil colarme en sus aposentos ni dar con la caja. Para ser el objeto de mayor valor del culto está demasiado accesible. Comprendí la razón demasiado tarde.
No tuve tiempo ni de tocarla. Nada más alzar la tapa de la caja y posar mis ojos en ella, he sido expulsado de mi cuerpo a una nada insondable que me aterroriza. Algo me dice que, si no vuelvo pronto a mi cuerpo, este lugar devorará mi cordura poco a poco, disfrutando, sin prisa, de cada bocado. Pero, por otro lado, es una oportunidad única para indagar en los secretos de mi culto.
Primer paso del ritual
Aspectos: Gusto, agacharse, crear
Mi experiencia con el viaje astral siempre ha sido más espiritual que física, pero en este vacío absoluto puedo sentir los límites de mi cuerpo. Bajo mis pies, noto una superficie plana y un tanto resbaladiza. Un sabor entre ácido y amargo se cuela por mis papilas gustativas. Si me agacho para palpar el suelo a lo mejor consigo una pista para dar con el ritual correcto que me sacará de aquí. Lo hago y noto como el sabor en mi boca adquiere tintes pútridos de repente. Me asaltan unas terribles arcadas. Me resisto a vomitar, pero quizá un cambio en la materia de donde me encuentro sea la respuesta, si es que existe algo tan mundano como la materia aquí. Intento recordar mis clases de Alquimia y me concentro en potenciar las ganas de vomitar. Finalmente, mi cena sale expulsada por la boca.
Tirada: El paso se ha ejecutado correctamente
Segundo paso del ritual
Aspectos: Vestimenta, olfato, agacharse
Curiosamente, allá donde ha salpicado mi vómito comienzo a percibir algo. Veo el pavimento de grandes losetas blancas y negras cubiertas por mi bilis e iluminado por una luz tenue que es imposible determinar de dónde viene.
Algunas gotas se han adherido a mi ropa, que ahora puedo distinguir con dificultad. Es la misma que llevaba cuando intenté tocar la maldita reliquia. Me quito la camiseta y me agacho para esparcir la mancha y poder ver más allá.
Pensaba que el sabor a pútrido se intensaría cuando más me agachara, pero curiosamente, el vómito huele demasiado bien. ¿Qué puede significar? Quizá es una buena señal. ¿Significará esto que estoy dando con la clave del ritual que me llevará de vuelta a casa? ¿Debería parar e intentar investigar antes dónde me encuentro?
Tirada: El paso se ha ejecutado correctamente por los pelos.
Final del ritual
El ritual finaliza correctamente con 2 éxitos y 0 fracasos
Ese olor dulzón se cuela por cada poro de mi piel. Me está mareando y siento como si comenzara a perder el control sobre mi cuerpo, que cada vez noto más ligero. Mis límites físicos se desdibujan. Noto la presencia de algo terrible. Miro a la oscuridad que vuelve a reinar ante mis ojos y la oscuridad se abre para mostrarme un camino sobrecogedor. El camino que da respuestas a las grandes incógnitas del universo. Tanto saber ataca todos mis sentidos. Tengo la sensación de que estallaré en cualquier momento, pero, por desgracia o por fortuna, sólo soy capaz de echar un pequeño vistazo antes de encontrarme de nuevo en el cuarto del sumo sacerdote. A mi lado, encuentro al dueño del aposento con una terrible expresión en su rostro y vacío de alma.
Algo me dice que he tenido un inesperado encuentro con la fuerza superior a la que adoramos y mucha suerte de que el cuerpo que ahora yace sin vida a mis pies no sea el mío. Las elecciones de nuestro dios son inescrutables.
Ritual de ascensión
Necesidad: Afianzar tu liderazgo en el culto
Objetivo: Convertirte en el sumo sacerdote
Participantes: Los miembros del culto
Entorno: La sala de capitular
Foco: Tú
Nivel de dificultad: Fácil (D6)
Introducción
Tras el incidente con el Trapezoedro Resplandeciente, mis hermanos me tratan de una forma muy diferente. Lo acólitos novatos, mis compañeros, me temen, pero no me importa, porque los hermanos superiores parecen haberme abierto un lugar entre sus filas, aunque aún noto su renuencia a aceptarme completamente. La muerte del sumo sacerdote no parece haberles afectado demasiado emocionalmente, aunque sí en un sentido práctico. Urge realizar un ritual de ascensión. Es el primero que se realiza desde que formo parte del culto de la Sabiduría de las Estrellas, ya que me uní muy recientemente, pero sé por mis compañeros que el que no consigue el ascenso, no sale vivo de la sala capitular, que es donde se lleva a cabo. Para mi sorpresa, los hermanos superiores me invitan a entrar. He cambiado mucho desde mi fugaz encuentro con nuestro dios El Morador de las Tinieblas y son plenamente conscientes de ello. Quizás incluso más que yo mismo. Es probable que quieran librarse de mí de una forma discreta. Siento como si me hubieran sentenciado a muerte como castigo a mi osadía.
Primer paso del ritual
Aspectos: mirada, hablar, vestimenta
Me coloco el último de la fila ante la puerta de la sala Capitular. Me seco las manos sudorosas en la túnica ceremonial. Me la han prestado para el momento y me queda un poco grande. Me da miedo pisarla y tropezar en un momento inapropiado. Entro con paso solemne, aunque ligeramente tembloroso, en la enorme estancia con planta circular tras los pasos de los candidatos. La vastedad de la sala me sobrecoge. Deformes columnas con formas similares a tentáculos sustentan el techo grabado con símbolos que para mí son extraños. Mi cerebro parece arder anteponiéndose a lo que me espera allí. Noto el comienzo de un tic en el ojo derecho y cierro ambos con fuerza en un intento de volver a tomar el control. Los acólitos superiores candidatos a sumo sacerdote han formado un círculo alrededor de nuestra reliquia sagrada, el mismísimo Trapezoedro Resplandeciente, que parece brillar aún más cuando tomo mi lugar en el hueco que me han dejado. Un escalofrío me recorre la espalda al recordar mi pasada experiencia con la gema. Imitando a mis hermanos clavo los ojos en ella e intento unirme a la letanía que da comienzo al ritual sin mucho éxito. Tras las extrañas palabras que salen de sus bocas como una sola voz en la que la única nota discordante la pongo yo, cada aspirante debe dar un paso hacia delante por turnos y expresar por qué él debería ser el elegido con una sola palabra. Con lentitud exasperante, mis compañeros de círculo se adelantan y entonan sus palabras con voz profunda: “Poder”, “Comunidad”, “Fuerza”, “Dominación”, “Sabiduría”…
Hasta que me toca a mí. Un sudor espeso perla mi frente. No puedo repetir lo ya dicho, obviamente. No entiendo como mis predecesores han logrado dar con sus palabras con tanta rapidez. Sospecho que se han debido poner de acuerdo antes de comenzar la ceremonia. Intento aferrarme a mi supervivencia con desesperación buscando en los rincones más recónditos de mi mente. Ellos esperan pacientemente sin apartar sus ojos de la reliquia sagrada. Me empieza a doler la cabeza y noto como una luz que no es blanca, ni amarilla, ni negra ni de ningún color que yo conozca se abre paso en mi interior. “Infinito”, exclamo un poco más alto de lo que debería.
Tirada: Paso ejecutado correctamente.
Segundo paso del ritual
Aspectos: dibujar, bailar, mirada
Tras soltar mi palabra, un silencio sobrecogedor nos envuelve. Las lámparas que cuelgan del techo de la sala capitular semejando ojos grotescos se apagan y la oscuridad nos atrapa.
A mi lado oigo un alarido espeluznante y un golpe seco. Uno de los acólitos ha caído al suelo. Por un lado, me gustaría que se hubiera desmayado por la tensión, pero otra parte más oscura de mi alma preferiría que fuera porque ha sido definitivamente eliminado de la competición. Sigo pensado que no tengo la mínima posibilidad de salir con vida, pero todo mi ser se aferra una pequeña e irracional esperanza.
En mi cabeza resuenan las voces de los que aún quedan en pie. Me tambaleo, pero logro conservar el equilibrio. No puedo entender lo que dicen, pero mi conciencia los identifica claramente.
Comienza el segundo paso, del ritual. Mis compañeros comienzan un baile solo acompañado por el silencio que inunda la estancia. Un brillo verdoso forma estelas en el aire siguiendo los movimientos de sus manos. ¡Están dibujando símbolos del techo! Cada uno, uno diferente. Me rompo las neuronas intentando recordar alguno para representarlo con mis temblorosas manos.
Cierro los ojos y centro mi mirada en mi yo interior, concentrándome. No pasa mucho tiempo hasta que una forma imprecisa comienza a hacerse visible en mi mente. No la veo con total claridad, pero tendrá que bastar. Comienzo mi baile y el dibujo de mi símbolo.
Tiradas: Paso mal ejecutado.
Cambio inesperado: Emociones
Un terrible dolor invade todo mi ser. Aterrorizado sé que me he equivocado en algo y siento que ha llegado mi fin. Un cúmulo de emociones que no logro identificar explotan dentro de mí llevándome a un estallido de lágrimas y muecas extrañas.
Tercer paso del ritual
Aspectos: estar en silencio, vestimenta, crear
Mi boca se abre para soltar un alarido agónico, pero algo me susurra en el oído que romper la calma del ritual sería mi condena. Me agarro a mis vestiduras con tanta fuerza que las desgarro, me muerdo el labio inferior hasta hacerme sangre y contengo el grito que pugna por salir. El dolor aumenta, pero me mantengo firme apoyándome en una de las largas columnas de la sala capitular, aun cuando llega un momento en el que casi deseo abrazar la muerte que me liberaría de la tortura. Justo en ese momento, el dolor desaparece y caigo de rodillas sobre las frías baldosas.
He sobrevivido. Casi puedo sentir como algo me llena desde el interior borrando el torbellino de extrañas emociones. Siento una enorme paz. Ahora oigo a mis compañeros en mi mente con mayor claridad y puedo notar su miedo creciente. Cucarachas, peones… pobres sacrificios.
Tirada: paso ejecutado correctamente por los pelos a pesar de que me falta el aspecto “crear” en mi narración.
Cuarto paso del ritual
Aspectos: meditación, agacharse, cantar
Noto como mi mente asciende a otro plano. Ya no estoy en la sala capitular, llena de límites, a pesar de su enormidad. Me relajo e intento eliminar todos los pensamientos para caer en una meditación que me lleve aún más allá. Un mancha oscura se perfila tenuemente ante mí y abre sus ojos. Lejos de sentir miedo, algo me impulsa a acercarme, pero vuelvo al plano físico bruscamente.
Las luces han vuelto y una daga ceremonial se acerca a mi cuello a gran velocidad. Aún de rodillas y apoyado en la columna tentacular me agacho esquivando el golpe. Dentro de mi cabeza chocan las diferentes voces de los hermanos superiores. Desde el otro lado de la gran puerta se oyen golpes. Están intentando entrar.
Alzo la mirada y me encuentro con unos ojos fríos. Más allá, logro avistar los cuerpos de cuatro acólitos superiores amortajados en sus túnicas. Sólo quedamos dos y el otro superviviente es quien enarbola la daga con claras intenciones de clavármela en la espalda. Vuelvo a esquivarlo y me alejo de él tan rápido como puedo.
Los sectarios han dejado de golpear el portón y entonan un cántico repetitivo y machacón. Noto un extraño entumecimiento. Los párpados me pesan. Es la primera vez que oigo la canción, pero aún así podría unirme a ellos si quisiera. Cuando veo que mi acompañante comienza a cantar también, no lo dudo más y me uno yo también.
Tirada: Paso mal ejecutado.
Cambio inesperado: Algo que debía haber ocurrido.
Noto que mi voz vacila. Algo va mal. No es por la letra. Creo que el problema es la entonación. Mi contrincante alza de nuevo la daga. Un remolino se asoma a su mirada e inmediatamente sus iris cambian de color. Es el mismo color de ojos que el del sumo sacerdote fallecido, un gris impreciso y siempre ondulante. Ha sido elegido. Sólo puedo esperar mi muerte.
La puerta se abre tras de mí con un gran estruendo, pero ya no me importa. Abrazo la nada y todo desaparece.
Cuando vuelvo a abrir los ojos me encuentro en una mullida cama que no es la mía. En mi mente reverberan varias voces que repiten lo mismo: “Ha despertado”.
Los acólitos superiores no tardan en presentarse en la estancia. Así que así es como lo hacen. Se comunican telepáticamente entre ellos y ahora yo también soy capaz de captarles. ¿También serán capaces de leer mentes? De eso no estoy tan seguro.
El hermano que casi me mata con la daga ceremonial se adelanta con una sonrisa inquietante y paso vacilante, luciendo con orgullo la túnica del sumo sacerdote. Tal y como sospechaba, al final no lo conseguí, pero, entonces, ¿por qué sigo vivo?
Final del ritual
El ritual finaliza incorrectamente con 2 pasos correctos y 2 pasos incorrectos. Se da una ejecución incorrecta del ritual. Ni el objetivo se cumple ni se satisface la necesidad.
Observo con atención los rostros de los allí presentes. El único que expresa algún atisbo de emoción es el del nuevo sumo sacerdote, que sigue sonriendo con un hilo de baba que comienza a caerle entre las comisuras de los labios. Algo me dice que si no acabó con mi vida en la sala capitular fue porque sus hermanos se lo impidieron y se ha pagado un precio por interrumpir el ritual. Lo veo en su mirada, la locura lo ha devorado completamente.
Otro de los acólitos me tiende una túnica igual a la que viste él mismo. No me he convertido en sumo sacerdote, pero está claro que he subido de rango. Y, además, sigo vivo. No me voy a quejar. Me levanto de la cama sin dificultad. Como si nunca me hubieran sometido a un ritual tan aterrador. Como si hubiera dormido muchas horas y mi cuerpo necesitara ponerse en acción. Lleno de energía y vitalidad.
Me coloco la túnica que me han entregado sobre la ropa interior, que es lo único que llevo puesto. Me queda perfecta.
Mis hermanos salen de la estancia llevándose con ellos al nuevo sumo sacerdote, un líder inservible y miserable, y yo les sigo, preparado para seguir aumentando mi conocimiento.
Ritual de la llamada
Necesidad: Acercar el culto a su Dios
Objetivo: Despertar a un Dios Primigenio
Participantes: Los miembros del culto
Entorno: La sala de ceremonias
Foco: El Gran Dios
Nivel de dificultad: Épico (D12)
Introducción
Mis hermanos han tratado de averiguar por qué sobreviví al ritual de ascensión sin haber sido el elegido como sumo sacerdote sin mucho éxito, pero lo que sí tienen tan claro como yo es que soy un caso especial. Mis antiguos compañeros, los acólitos novatos me tratan con desconfianza y están inquietos. Noto como su fe se tambalea ante el imprevisto de mi supervivencia y el surgimiento de un Sumo sacerdote incapaz. Hasta yo, que aún no me considero completamente integrado en la comunidad, a pesar de mi fulgurante ascenso, me doy cuenta que hay que hacer algo para devolverlos al redil, así que no me sorprende demasiado cuando me convocan para llevar a cabo el ritual de la llamada del Morador de las Tinieblas, nuestros dios. Si tuviéramos éxito, no sólo recuperaríamos la fe absoluta de los novatos, también sería un golpe maestro que atraería innumerables creyentes a la orden.
Los acólitos superiores me han repetido varias veces que, aunque nunca han logrado llevarlo a término hasta ahora, estiman que, quizá, yo sea la pieza clave que les faltaba. No sé si sus sospechas se confirmarán, pero estoy deseando comenzar este nuevo ritual que me acercará más a mi comunidad.
Primer paso del ritual
Aspectos: concentración, crear, leer
La sala de ceremonias rebulle con todos los hermanos que se han congregado. No es tan grande como la sala capitular, pero sí lo suficiente como para albergar a todos mis hermanos. Mis compañeros alzan sus manos para pedir silencio. Según me han explicado, necesitamos su presencia para utilizar sus fuerzas vitales en el ritual y crear el ambiente necesario para la invocación, pero también se necesita calma para no romper nuestra concentración. El cónclave que va a liderar el rito, del que soy miembro, se dispone en círculo alrededor del Trapezoedro Resplandeciente, nuestra piedra angular y vía de conexión con el Morador de las Tinieblas, nuestro dios. Noto como algo muy oscuro se rebulle en mi interior cuando el sumo sacerdote me invita a comenzar la lectura del libro sagrado.
Tirada: paso ejecutado correctamente. Continúa el ritual.
Segundo paso del ritual
Aspectos: Correr, objeto, dibujar
La lectura fluye por mis labios sin tropiezos en el silencio general de los asistentes, que permanecen estáticos y expectantes ante mis palabras. Al igual que mis compañeros de cónclave, que siguen con su mirada clavada en la gema. El libro parece adquirir vida por sí mismo y las letras comienzan a correr por las páginas sumiéndome en la más absoluta confusión. Mi vista corre tras ellas y logro distinguir un patrón en su movimiento que completa el dibujo de un signo desconocido para mí.
Tirada: paso ejecutado correctamente, aunque no he metido en la narración nada del entorno. Continúa el ritual.
Tercer paso del ritual
Aspectos: Escribir, estar en silencio, vista
Una chispa de entendimiento me recorre el cuerpo, casi noto el toque de nuestro dios insuflándome iniciativa. Y si… Antes de que nadie pueda detenerme, me muerdo un dedo hasta hacerme una herida importante y uso la sangre para seguir el movimiento de las letras. Después del primer símbolo aparece otro y otro. Tengo la sensación de que estoy escribiendo en una lengua primigenia largo tiempo olvidada. El silencio que me envuelve se hace cada vez más denso. Levanto la mirada del libro y veo que mis compañeros de cónclave han dejado de fijar las suyas en la reliquia para clavarlas en mí. No se han movido ni un ápice de su formación círculo, siguiendo el dibujo del suelo de la sala de ceremonias. No estoy muy seguro que cual debería ser el siguiente paso, pero les ignoro y dirijo mi vista al Trapezoedro Resplandeciente. Si ellos lo han hecho antes, será porque es importante.
Tirada: paso ejecutado de forma incorrecta.
Cambio inesperado: la mente.
Intento fijar mi mirada en la gema, pero se me hace muy difícil. Su resplandor se mueve sinuoso y me marea. Noto como un pequeño agujero lleno de nada aparece justo en medio de mi mente y lo noto crecer arrasando con recuerdos, deseos y miedos. Aparto la mirada antes de que devore por completo mi consciencia.
Cuarto paso del ritual
Aspectos: Crear, actuar, conciencia
Ya estoy harto de todo esto. Me da la impresión de que mis hermanos tratan de utilizarme, quizá, incluso, como sacrificio. Decido tomar la delantera. Sin pensarlo dos veces, doy un paso hacia delante deslizando mis pies sobre el prístino suelo de la sala de ceremonias y vuelvo a escribir los símbolos descubiertos en el libro sagrado, pero esta vez en el aire. Cada vez más rápido. No sé muy cómo, pero estoy creando una especie de brisa reverberante que sale los símbolos que voy creando ante mí.
Noto como mis compañeros se sobresaltan, pero no actúan. Sus consciencias se van uniendo a la mía de una forma que me parece natural y agradable. Y sobre ellos se perfila una mente inconmensurable, infinita, inefable…
Tirada: Paso ejecutado de forma incorrecta. El ritual se acaba.
Cambio inesperado: Se resiste
Por un momento, yo mismo me siento como un dios, pero la conexión se rompe sin darme tiempo apenas a saborearla, dejándome indefenso y tembloroso.
Final del ritual
El ritual finaliza de forma incorrecta con 2 pasos correctos y 2 incorrectos. Se da una ejecución incorrecta del ritual. Ni el objetivo se cumple ni se satisface la necesidad.
Caigo tembloroso al suelo frío. Mi cerebro se llena de pensamientos ajenos, llenos de decepción. Esperaban demasiado de mí. Nuestro dios no se ha manifestado físicamente y un murmullo descreído recorre las filas de los seguidores de menor nivel. Algunos incluso se despojan de sus túnicas y salen por la ornamentada puerta de la sala de ceremonias. Algo me dice que no les volveremos a ver.
Hoy la orden ha sufrido un duro golpe del que nos va a costar recuperarnos. Mis hermanos piensan igual. Ahora tenemos una sola mente. No hay tiempo para lamentarse. Debemos planear nuestro siguiente paso para resurgir con más fuerza. Sin una fe fuerte que nos sustente, nuestro dios nos abandonará y acabaremos desapareciendo. Lo sé, porque ellos lo saben y ahora somos uno.