A continuación, tenemos la partida de Xogón que ha jugado OLDHOME: Children Chasing Giants.
Podéis seguir sus creaciones en su web, https://xogon.eu/.
Por último, recordamos que las bases la podéis encontrar aquí.
Introducción
OLDHOME: Children Chasing Giants es un juego de rol de Takuma Okada que trata sobre una tradición donde los niños se van de casa por primera vez hacia un mundo raro y bonito para devolver algo preciado a un extraño.
Para esta crónica me guié por la ambientación sugerida. Cada vez que alcanzaba un lugar nuevo, hacía una tirada de llegada para caracterizarlo y saqué 2 o 4 cartas de tesoro (dependiendo de si es un pueblo o una ciudad). De todas las cartas presentes, escogí una en cada escena que intenté tejer con la narrativa. Si esa carta de tesoro coincide con la del tesoro original, significa que hemos encontrado a la propietaria de la misma.
Partida
Todavía en casa
Tesoro inicial: K♤ = binoculares.
¡Hola mamá!
Estoy escribiendo este diario, como te prometí. Ahora mismo estoy sentado en el portal de nuestra casa, pero con los binoculares que encontré ya puedo ver los contornos de algunos otros colosos. Me pregunto si la propietaria de estos prismáticos también vivirá en un Col-Oso como el nuestro; siempre me hizo gracia ese nombre, pero la verdad es que es muy apropiado: realmente parece un osezno gigantísimo y en invierno debe de hibernar, porque no parece que se mueva en absoluto.
¡Por cierto! Llevo encima el cepillo de caballos que me habías regalado mucho antes de que montase por primera vez. No sé yo cómo de útil me resultará una vez que salga de Arriba de Oso, pero papá piensa que así no echaré tanto de menos a nuestras yeguas. ¡Espero que tenga razón! A Xula ya le dije hasta luego, pero Xana me va a acompañar un poco en la primera etapa de mi viaje.
Ya te iré contando aunque, para hacerlo más ameno, intentaré que otra gente escriba también en estas páginas. ¡Será muy divertido!
Llegada a Surdán
¡Al final no fue tan duro despedirse de Xana! Bueno, eso es lo que pienso ahora, que no hace ni dos minutos que bajé de ella, aún puedo verla sin ayuda de los binoculares. Hablando de lo cual, a ver si puedo encontrar a la dueña aquí, en Surdán. Se trata de un pueblecito pequeño que está en lo que yo pienso que es el oeste de este coloso que parece un botijo tumbado. Me da la impresión de que respira o late muy lentamente, pero no se parece en nada a Col-Oso ni a ningún otro animal. Veo desde aquí el primer edificio del pueblo, preguntaré allí a ver si perdieron estos binoculares en el festival.
Tirada de llegada: 2,1 = una carpintería con un aprendiz torpe.
Cartas disponibles:
- Q♡ = pájaro parlanchín.
- 7♡ = caballo.
El pájaro parlanchín
Buenos días, señora.
Me llamo Pardo y, aunque no lo crea, soy un pájaro carpintero que se dedica a la carpintería humana. Ya sea con mi pico especializado, o con las herramientas de mi maestro, siempre pienso que no hay tarea que se me resista, aunque todavía me queda mucho por aprender y Gregorio tiene que poner a prueba toda su paciencia para repetirme la lección con calma.
Pero ya está bien de hablar de mí. Quería comentarle que su hijo es muy amable y educado. Vino preguntando por la propiedad de unos binoculares (de los que, desgraciadamente, no sabemos nada) pero pronto se ofreció para ayudarnos con las tareas de reconstrucción del pueblo, que ya sabe usted que con tanto movimiento colosal siempre hay quehaceres. Gregorio dijo que mejor le iría con él de aprendiz que conmigo, pero no se da cuenta de que ni siquiera puede volar, lo que le limitaría bastante en el día a día, sin ánimo de hacer de menos a su hijo.
Ahora ya casi es de noche y no me gusta escribir. No se preocupe por su hijo, que aquí estará con nosotros hasta el nuevo amanecer antes de seguir su viaje.
Siempre suyo,
Pardo Picamadera.
Carpintería de Surdán, Terracosa.
Volando a Colotrueno
¡Hola mamá!
¡Qué curioso este Pardo! ¿Verdad? Hablando por la mañana sobre hacia donde me podría dirigir me recomendó Colotrueno: un gran coloso con forma de trueno que ahora mismo está justo encima de Terracosa. ¡Dice que justo en la cima hay una ciudad muy grande con una vistas espectaculares! Además, hay unos pelícanos amigos de Pardo que querían visitarla. No hablan, pero me hicieron entender que me llevarían a turnos en sus grandes bocas. Antes de partir aproveché mi cepillo para limpiarlos bien y se mostraron muy agradecidos. Estoy un poco nervioso, pero supongo que ahí arriba habrá mucha gente con prismáticos para poder ver a lo lejos, quizás encuentre a la dueña de los que llevo. ¡Deséame suerte!
Tirada de llegada: 3,5 = veletas únicas.
Cartas disponibles:
- 7♡: caballo.
- 7♢: radio portátil.
- Q♢: peluche.
- 5♡: gallina.
- 10♢: casete.
La gallina-veleta
¡Hola!
Me pide tu hijo que te cuente cómo funciona mi gallina-veleta, que dice que te va a resultar muy curioso, aunque en realidad creo que no lo entiende bien y prefiere que lo ponga por escrito. Por mí no hay ningún problema.
Igual ya lo sabes, pero Colotrueno es capaz de volar a voluntad, pero le gusta más dejarse llevar por el viento cuando no tiene ningún otro plan. Por esa razón aquí en Capital tenemos muchísimas veletas instaladas en los altos de los edificios, pues siempre es interesante saber hacia donde sopla el viento y saber a qué mirador dirigirnos. ¡Tenemos más de una docena de miradores y los usamos todos a lo largo del año!
Pues, como iba diciendo, mi gallina-veleta es especial porque emplea una gallina viva, de esas que no se ven mucho por Capital. Se llama Sarita y le encanta subirse a la placa que tengo en el tejado y detallar exactamente todas las propiedades metereológicas. Ella orienta su pico de manera que el aire le dé justo de frente, luego levanta las alas proporcionalmente a la fuerza del mismo, se agacha o encoje dependiendo de la presión atmosférica y emite un cacareo cuya cadencia encaja con el tiempo que tardarán en llegar las nubes. Sarita lo tiene todo claro, pero hay que saberla interpretar bien, lo cual me ha llevado mucho tiempo y todavía sigo aprendiendo. De hecho, creo que también el tiempo que tarda en bajar de la placa es significativo, pero necesito analizarlo mejor antes de intentar contrastar mi teoría.
Si algún día quieres verla, puedes venir a Capital 7L, en Colotrueno. O pregunta por Ramona y Sarita. Aunque es una ciudad grande, muchos nos conocen.
¡Saludos y muchos ánimos para el resto del viaje de tu hijo!
En zepelín hacia Cristactus
¡Hola mamá!
¿Te puedes creer que absolutamente todas las personas que me crucé en Capital llevaban sus binoculares siempre colgando del cuello? Allí no les faltaba a ninguno, pues pronto se sabría. Ramona me dijo que probase a bajar hasta Cristactus, un coloso con muchos pinchos de cristal que son los que precisamente se usan para fabricar las lentes de los prismáticos. Quizás allí pueda encontrar al artífice de los que yo tengo y que así me ayude a dar con su propietaria.
Para atterizar sobre Cristactus voy primero en el zepelín desde donde te escribo. Ya me explicaron que, debido a todos los pinchos, no puede aterrizar sobre la superficie, así que la manera de bajar es un tobogán circular que desplegarán hasta la superficie. ¡Qué ingenioso!
Tirada de llegada: 1,2 = un taller de vidrieras
Cartas disponibles:
- 7♡: caballo.
- 7♢: radio portátil.
- Q♢: peluche.
- 10♢: casete.
- 10♤: cámara.
- 9♢: pulsera tejida.
- 5♧: botas negras.
- J♡: lagarto viejo.
Las vidrieras mágicas
Estimada señora.
Sabe usted que tiene un hijo muy curioso.
Todo el día mirando cómo hacemos vidrieras.
Observando los movimientos de los artesanos.
Estudiando lo que hacen con la varita.
Silencioso, sin querer molestar.
Mirando todos los cristales que entran y salen.
Asombrado de que sea tan rápido.
Gracias por su visita.
Intentaré ayudarlo en su búsqueda.
Atentamente suyo.
Xavier, jefe del gremio de vidriomagia del Espinar, Cristactus.
Cristales comestibles
¡Hola mamá!
Te confesaré que últimamente ya no me acordaba mucho de Xana ni Xula, pero Xavier también tenía un caballo, Trancos, con el que viajamos hasta su casa, donde me dio de cenar unas figuras geométricas de cristal que se derretían en la boca. Dijo que son muy nutritivas. Ahora acabo de llegar a un pequeño pueblo, todavía en Cristactus, donde se fabrican binoculares como los que llevo encima. ¡Vine hasta aquí encima de Trancos! Hicimos varias paradas por el camino para comer y beber, y aproveché cada una para darle con el cepillo. Ahora tiene que volver a casa, pero le gustó tanto el cepillo que pienso atárselo con una nota de agradecimiento a Xavier, espero que lo use bien. ¿Tendrá alguna magia para cepillarlo mejor que lo hacía yo? ¡Espero que sí!
Tirada de llegada: 6,5 = bicicletas muy chulas.
Cartas disponibles:
- 7♢: radio portátil.
- Q♢: peluche.
- 10♢: casete.
- 10♤: cámara.
- 9♢: pulsera tejida.
- 5♧: botas negras.
- J♡: lagarto viejo.
- 4♡: rata somnolienta.
- 6♧: escarabajo enorme.
Lágrimas
He visto a su hijo llorar.
No se preocupe, está perfectamente. Cuando lo vi tan triste me acerqué para preguntarle por qué lloraba y me contó que le daba pena haberse desprendido de un cepillo para caballos. Se emocionó contándome toda la historia de ese cepillo y cómo ahora piensa que le vendrá mejor a otro caballo porque no tiene sentido seguir cargando con él tan lejos de casa. Es una actitud verdaderamente madura. Yo, sin ir más lejos, tengo una edad similar a usted y no soy capaz de desprenderme de unas viejas botas negras, tan viejas e incómodas que cada vez que sale un minicristal nuevo en el suelo veo las estrellas. Pero, no sé, les tengo mucho aprecio. Estuvieron conmigo en momentos muy buenos y me resultaría casi imposible deshacerme de ellas. Pese a los muchos años que le llevo, su hijo me dio una gran lección con ese pequeño gesto.
Es una pena, entonces, que yo no haya podido ayudarle con su búsqueda. Vino hasta aquí, a Prado de Cristales, buscando la fábrica de binoculares, pero la única que yo conozco está más cerca del Espinar que de aquí, así que tendrá que coger la carretera del este y dirigirse hacia Luminaria si quiere intentar averiguar más sobre ese tesoro que lleva. Él, tan maduro como siempre, lo aceptó con una sonrisa en la cara y sin rastro de lágrimas. Le dejaré una bicicleta para que el viaje sea más rápido y ameno.
Si algún día quiere volver será recibido tan bien como se merece.
Saludos,
Greta.
Prado de Cristales nº9, Cristactus.
En bici con botas
¡Hola mamá!
Por lo que me contó Greta, tampoco es que Luminaria esté tan lejos, así que debería de llegar bastante rápido en esta bicicleta que, no te lo vas a creer, tiene las ruedas de cristal. Llevo todo el camino con miedo de que se rompan, pero parecen muy resistentes aunque ya choqué un par de veces contra algunas piedras duras del suelo. Ella me dijo que ya no necesita ni la bicicleta ni estas botas negras, que puedo regalarle el vehículo a alguien que lo necesite y que lleve las botas a reciclar a Luminaria para que aprovechen lo poco que quedan de ellas. Me pareció verle unas lágrimas a medida que me alejaba.
Tirada de llegada: 3,3 = una joven y talentosa zapatera.
Cartas disponibles:
- 7♢: radio portátil.
- Q♢: peluche.
- 10♢: casete.
- 10♤: cámara.
- 9♢: pulsera tejida.
- J♡: lagarto viejo.
- 4♡: rata somnolienta.
- 6♧: escarabajo enorme.
- 2♡: mapache.
- 8♤: tirachinas.
Zapatera y Prismática
¡Qué maravilla!
Tu hijo me ha traído unas botas más viejas que yo para que las reciclase. La verdad es que no me pude resistir y estuve toda la noche trabajando en ellas para dejarlas como nuevas y ¡estoy muy contenta con el resultado! Yo creo que la dueña agradecerá todo lo que he hecho porque intenté conservar el espíritu de las mismas.
Escribo estas líneas mientras tu hijo desayuna y yo ceno. No estuve muy atenta ayer a lo que habló con mi hermana, que es la que sabe del tema, pero pienso que ya tiene clara su siguiente parada. A mí me dejó a cargo de las botas negras, para que su dueña pueda volverlas a usar. Supongo que le gustarán, pero aún así, estoy nerviosa.
Firmado,
Breda Zapatera.
Casa verde de Zapatera y Prismática, Luminaria, Cristactus.
El Coloso sobre la Rana
¡Hola mamá!
Freda Prismática no quiso escribir en el diario por motivos que prefiere no compartir, pero aún así fue una excelente anfitriona que me ayudo en todo lo que pudo.
¡Al fin estoy en el camino correcto! Me confirmó que los binoculares los fabricó ella y que, sin duda, fueron encargados por alguien de Coloso en Rana. Ahora que me lo contó parece obvio, pero por la parte de abajo de los mismos se puede ver la figura de una rana estirada con una gran montaña en su lomo. Me enseñó algunas fotografías que sacó con su cámara y la realidad es casi idéntica al dibujo.
Para llegar hasta ella, Breda me consiguió un ticket de cristal volador. Es una cúpula semicircular con capacidad para algunas docenas de personas que vuela sin hacer ningún ruido, ¡debe ser magia! Pensaba escribirte directamente desde allí pero, según Freda, es una oportunidad única de aprovechar los binoculares para ver todos los colosos desde una posición privilegiada, por lo que no debería estar con la cabeza envuelta en este diario. Como sabe que quiero devolver estos, me prometió fabricarme unos personalizados la próxima vez que vuelva con más tiempo. ¿Quizás valga la pena hacer el viaje de vuelta a casa repitiendo todas las paradas del viaje de ida? ¡Creo que es una opción muy divertida!
Tirada de llegada: 2, 4 = flores pequeñas que nunca he visto antes.
Cartas disponibles:
K♤: binoculares.
El profesor
Buenas noches, señora.
Soy el profesor Merlo, habitante de Tímpano Izquierdo de Coloso en Rana.
Le escribo a usted por petición de su hijo, un joven muy cortés que ha viajado mucho para devolverme unos prismáticos que yo había perdido en el festival.
Lo agradezco inmensamente. Una de mis aficiones preferidas es adecentar mi pequeño ático cada mañana para después sentarme a ver si soy capaz de discernir algún Coloso en la distancia. Según mi diario, ya he visto más de 80, aunque, lamentablemente, el suyo no es uno de ellos.
Su hijo parece un buen alumno, le he ofrecido quedarse aquí unos días y ha aceptado. No podrá ser mucho tiempo porque ya pronto los colosos volverán a sus terrenos propios hasta el próximo verano, pero prometo cuidarlo y enseñarle como si fuese mi propio hijo.
Hasta la vista,
Merlo Sapientín.
Ático del Edificio Águila, Tímpano Izquierdo, Coloso en Rana.
Fin de la ida
¡Hola mamá!
¡He completado la misión! ¡Los binoculares ya están con su dueño desde hace tres días!
Lo pasé muy bien con el profesor Merlo todos estos días, y aprendí muchísimo de botánica y colosos, sus dos especialidades. Aprovechando que ahora los gigantes están bastante juntos, estuvimos estudiando su anatomía e intentando ver si podíamos ver el tuyo.
Ahora no sé muy bien qué haré, pero voy a dar por completado este diario y quizás comience uno nuevo. Me gustaría hacértelo llegar, aunque no sé muy bien cómo hacerlo. Creo que todas las maravillosas personas que me han ido ayudando en este viaje reflejaban algo de ti. ¿Quizás si hago que ellas lo lean sería como si tú lo hubieses leído? Empezaré por dárselo de nuevo a Merlo, que se lo enviará a Breda y Freda, que se lo enviarán a Greta, que se lo enviará a Xavier, que se lo enviará a Ramona, que se lo enviará a Pardo, que lo enviará a casa. Aún hay páginas libres, así que también pueden escribir más si lo desean.
Vale la pena intentarlo. Hasta donde yo sé, el Coloso Masallá nunca viene al festival de Viejogar y no hay otra manera de contactar con los que estáis allí para hacértelo llegar en persona.
Espero que estés bien.
Te quiere,
Tu hijo.